
cuando el sol se quitaba su antifaz
hubo peligro por lo oscuro
y en el lago hubo exquisito combate.
Invadió mis ojos con su desnudez
encendiendo el agua en fosas de ocasión
quemando urnas al amanecer
hasta adentrarse en lo eterno de la edad.
Y se evaporaron cosas cuando moría el cenit.
Creando un color diferente por los abismos de sangre
en un pocillo natural. Y el añil de las olas me gritaban
en un trance de oblación…
Fuimos despacio hasta encontrarnos
como un llanto inútil en impróspera queja
hasta el prefacio de una secta literal.
Como agua bilateral atravesando eternos ángulos.
Fue cuando mis manos, saturaron de letras
lo inhóspito de esta página acústica.
Y al espacio en blanco se mudo la tinta del amanecer
hasta llenar mis dedos de un espejismo en mi soledad… Fuimos despacio.
Los dos. Yéndonos.
Cudahy, Wisconsin.